miércoles, 12 de febrero de 2014

“El desafío a López siempre estuvo…”

Soledad Matthysse y su equipo

El cinturón no altera la rutina de ninguna madre-esposa-boxeadora. Y el caso de Soledad Matthysse es un claro ejemplo. Para la flamante campeona del mundo cada saludo de sus vecinos en las Mil Viviendas, donde reside desde los 12 años, es un pequeño estímulo diario. El mismo que recibe alternando la tarea doméstica con Mario Narváes, su pareja y entrenador con quien lleva adelante su familia más allá del boxeo. Todo eso, en el envase de una deportista de tiempo completo.

“El título es un empujoncito, una motivación y sobre todo una responsabilidad. Más que nunca hay que entrenar  a conciencia sabiendo que me costó tanto y que ahora tengo que demostrar un poco más. Siempre hay que corregir, no soy una boxeadora perfecta. Siempre trato de aprender. El resto no cambia, quiero retener el título en la primera defensa y para eso me entreno a full”, dijo Soledad que reconoce progresos en su boxeo y un cambio reflejado en el ring y agrega: “Me sentí con más movilidad en las piernas, tiré más combinaciones y con mayor potencia”.

Como los aplausos deben alimentarse en cada función, Matthysse resignó vacaciones (“apenas descansé una semana después de la última pelea”) y entrena en equipo, con planificación y la ayuda extra de contar con Omar Narváez –su cuñado- como asesor. “Me encantaría pelear con las rivales que perdí aunque nosotros nunca elegimos a las rivales. Me gustaría de nuevo Jackie Nava; Jazmín Rivas y La Tigresa Acuña también”.

Inevitable, en tierra de mujeres campeones no plantear la hipótesis de un duelo trelewense con Claudia López. “Las ganas siempre estuvieron. Siempre la pedimos, pero del otro lado nunca hemos tenido respuestas. Me encantaría, sería una pelea muy linda porque somos las dos de acá. Viendo como estoy y lo que me he superado, siento que le puedo ganar” aunque reconoció que “su” peso es gallo o supergallo, divisiones que “La Chica Diez” podría rendir en la balanza. “Peleo en pluma porque aproveché las chances que se dieron pero no es mi categoría. El desafio siempre estuvo”, insistió.

Sole admite que el acompañamiento familiar es clave y en éste sentido elogia la paciencia de Mario Narváes: “Lo llevamos muy bien, es una rutina para nosotros levantarnos a las 7, desayunar y después ir a la pista de atletismo. El me acompaña, está siempre al lado mío. Se lo agradezco aunque sea  parte de mi vida”. Y tiene palabras elogiosas para su team: Peto Ruíz (preparador físico); Jessica Leiva (amiga y spárring); su sobrino Ezequiel y papá Mario Edgardo quien no duda en calzarse los guantes para colaborar cuando haga falta.

El “hola campeona” y los pedidos de foto de sus vecinos, no le cambia el sentido a su carrera. “Es normal y está bueno eso. Todos me conocen y saben del esfuerzo que hago. Me siento muy contenta”.

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