La cordobesa Carolina Marcela “Chapita” Gutiérrez Gaite, defendió por segunda vez de forma exitosa, su porción del Título Mundial Supermosca interino de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), ante la colombiana María Andrea “La Pantera” Miranda, pero nuevamente, como lo hiciera el 5 de febrero del 2011, en su última presentación previo a esta noche, dejó una imagen mediocre para una Monarca Mundial.
El combate se realizó en el estadio polideportivo de la ciudad de Embalse, Valle de Calamuchita, provincia de Córdoba, lugar donde el público colmó las localidades y estuvo expectante para ver a su representante lucirse al efectuar una nueva defensa de su corona, luego de casi un año sin combatir.
Lastimosamente para los que asistieron al enfrentamiento, como para los que lo vieron por televisión o por Internet, ambas protagonistas defraudaron las expectativas de todos.
Los asistentes que hasta el cuarto asalto miraban atentamente lo que ocurría arriba del ring, fueron tomando parte del espectáculo al comienzo del quinto, buscando con sus aplausos, algún tipo de aliento para animar a la apagada campeona mundial e inyectarle fuerza con toda la confianza que hasta ese momento, todavía tenían por Gutiérrez.
Todo continuó igual de insulso e inclusive peor, Tanto que la retadora como la defensora del título, parecían no tener ganas de combatir y esperaban que la campana suene, anunciando el final del décimo asalto, para así poder irse cada una a su vestuario.
Miranda se volvería a Colombia llegando de pie al final del combate sin sufrir castigos en su humanidad; por su parte “Chapita”, retendría su porción del título del mundo interino que comparte con la japonesa Tenkai Tsunami.
Y así sucedió. El duelo fue arbitrado por el uruguayo Anibal Andrade, y el mismo, finalmente llegó a su fin sin pena ni gloria.
Los jurados le otorgaron de forma unánime la victoria a Carolina Gutiérrez Gaite de la siguiente manera: Gabriel Tavella (Argentina) 98-92. Hugo De León (Uruguay) 97-93 y Danilo Dongo (Perú) 97-93.
Al finalizar la lectura del fallo, que por cierto fue demasiado localista, ya que en el transcurso del pleito no se vislumbró tan amplia diferencia entre las contendientes, el silencio del público, que comenzaba a retirarse, se evidenció a través de los micrófonos y las cámaras de la transmisión televisiva. No hubo silbidos, ni abucheos, solo silencio y una prolija retirada de los espectadores del estadio.
Al finalizar la lectura del fallo, que por cierto fue demasiado localista, ya que en el transcurso del pleito no se vislumbró tan amplia diferencia entre las contendientes, el silencio del público, que comenzaba a retirarse, se evidenció a través de los micrófonos y las cámaras de la transmisión televisiva. No hubo silbidos, ni abucheos, solo silencio y una prolija retirada de los espectadores del estadio.
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