Se fue un verdadero héroe de la vida. Sepultaron el pasado viernes los restos
del director de la Escuela Municipal de
Box de Avellaneda, quien fuera técnico y formador de Yesica Bopp, campeona
mundial AMB y OMB. “El lunes todos al gimnasio”, arengó La Tuti al centenar de
jóvenes boxeadores que se acercaron a despedir a uno de los últimos grandes
maestros del pugilismo.
Los restos de Delfino Pérez, director de la Escuela
Municipal de Box de Avellaneda que lleva ahora su nombre, y formador de la doble campeona mundial minimosca AMB y OMB
Yésica Bopp, fueron sepultados este viernes en el cementerio de dicha
ciudad, donde se convocaron más de un centenar de personas para despedir a uno
de los últimos grandes maestros del boxeo argentino.
Pérez, que pereció a la
edad de 75 años, marcó el camino de cientos de jóvenes que encontraron el
gimnasio el lugar perfecto de contención y desarrollo a través del deporte,
siempre apoyados y alentados por el incansable “Fino”, por medio del cual muchos lograron dejar los problemas con
drogas, delincuencia o situaciones de violencia. La principal preocupación del
viejo maestro fue siempre la de incluir a los jóvenes a través de uno de los
deportes más nobles y duros al mismo tiempo, con el firme objetivo de lograr
formar personas de bien, y tal vez fuera este su mayor logro en lo personal.
Organizaba charlas con psicólogos, con expertos en adicciones, buscaba trabajo
para los chicos que no tenían, cada boxeador sabía que tenía consigo a una
persona de bien que los cuidaba arriba y abajo del ring.
Figura del boxeo amateur en los
50, época de grandes pugilistas y muchos logros internacionales, campeón argentino gallo, campeón de la
Marina y las Fuerzas Armadas, Pérez debió desistir de pelear en dos juegos olímpicos por su formación
ideológica, ya que durante los últimos años de esa década se proscribió al
peronismo y todos sus avances sociales, dejando fuera de combate tanto a “Fino” como a miles de deportistas.
Otra de sus grandes virtudes:
ser fiel a sus ideas, a sus convicciones, a contarle a quien quiera oir lo que
pensaba y luego decía, sin filtros, sin importar quién esté adelante. El legado
de Delfino Pérez quedó reflejado
estos días en los tristes rostros de un centenar de boxeadores amateurs y
profesionales, en actividad o retirados, que pasaron por el ring de la calle Lucena y recibieron los consejos, los
retos y las bromas del viejo maestro, y se acercaron a brindarle el último
adiós en la fría mañana de julio.
“El lunes todos al gimnasio”,
arengó con la voz entrecortada por el llanto Yésica Bopp a los jóvenes boxeadores que no podían salir de su
dolor mientras despedían a su guía, y agregó: “ahora más que nunca hay que poner todo, vamos que se vienen varios
campeones más, es lo que él hubiera querido”.
El intendente de Avellaneda, Ing. Jorge Ferraresi, pasó
por el velorio a despedir su viejo conocido de trabajo y militancia, y saludó a
los familiares presentes.
En diálogo con Bopp, la monarca minimosca le expuso su preocupación porque continúe la
actividad del gimnasio y el jefe comunal ofreció su compromiso de mantener en
pie la escuela de box.
Con Delfino Pérez se van sus
enseñanzas, sus bailes de cumbia en los vestuarios antes de cada pelea, sus
chistes, sus rabias y sus locuras, pero quedará por siempre el legado de un
verdadero héroe de la vida que entregó su existencia en beneficio de los demás,
y es ese el ejemplo que perdurará en quienes pasaron por sus manoplas o
recibieron sus consejos en algún rincón de un ring durante una dura pelea, para
volcarlos en la generación siguiente y continuar “formando personas” como decía
el viejo maestro. Adios viejo maestro y querido amigo,seguramente seguirás
enseñando allá arriba junto a otro grande, tu compañero y amigo Hugo Repetto,
que nos dejó hace ya casi una década. Respetos y condolencias para Sara, su
mujer, y Fabián su hijo.
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