martes, 5 de febrero de 2013

Venderle el alma al diablo


El fallo contra La Tigresa Acuña, como nunca desnudó sospechas que continuamente existen en el mundo del boxeo, pero a la vez pone en tela de juicio el comportamiento y complicidad de todos sus protagonistas.

El aliciente es que esta vez no hay polémicas, ya que prácticamente desde todos los sectores del boxeo están de acuerdo: a la Tigresa Acuña la robaron frente a la mendocina Yésica Marcos, y el acuerdo incluye hasta los rounds que perdió (6º y 7º, con lupa, por medio punto si se fallara con el reglamento argentino). El resto los ganó.

Pero tal aliciente, curiosamente agrava la situación, porque la transforma en alevosa, sospechosa y rayana con la deshonestidad. ¿Mala noche? ¿Cuestión de criterios? ¿Ineptitud? ¿O algo más?

El propio presidente de la FAB, Osvaldo Bisbal, se manifestó indignado con el fallo de dos de los jueces -el argentino residente en Chile Jorge Trípodi (empate en 95), y el uruguayo Hugo de León (Marcos 96-94), quien ya había sido suspendido 7 años por su federación uruguaya en 2011, por haberle otorgado la victoria –con idénticos guarismos- a su compatriota Chris Namus, pese a haber recibido una paliza de la española Loli Muñoz, sanción que le levantaron luego al cambiar las autoridades-.

La indignación de Bisbal lo llevó a redactar una carta a la OMB y AMBorganismos que patrocinaron el título mundial supergallo en juego- pidiendo una revancha inmediata. Y algo más, que es casi una sentencia: proscribió a ambos jueces para volver a trabajar dentro del país.

La sanción –aplaudible- encierra implícita toda una declaración de principios: ¿una mala noche, un mal fallo, una equivocación, un error involuntario, diferencia de criterios, e inclusive, la ineptitud, se castiga así? Y, de ser ésta última la razón (ineptitud), siendo éstos asiduos trabajadores en cuanta pelea internacional hay en nuestro país, ¿recién ahora se dio cuenta Bisbal de ella?

Da la sensación de que el presidente sabe o sospecha de las mismas cosas que a veces se ponen en tela de juicio en este espacio cuando se habla de “mano negra”, con la diferencia de que por alguna razón ahora que él coincide, es más válido pensarlas. ¿Pero cuál es el parámetro? ¿Puede serlo la exclusiva opinión de una persona?

Nadie tiene pruebas de nada, y cabe la posibilidad de que cada cual tenga espíritu localista, temores ocultos a ir contra las masas (había 45.000 personas en el estadio, que fueron por Marcos, aunque estaban pacíficas y atónitas), o estén tan compenetrados con el “sistema” que de antemano “entiendan” por sí solos lo “políticamente correcto”, sin que nadie les diga nada ni retribuya de ninguna manera. Pero eso solo, los invalida para sus tareas.

Si fue así, o de algún otro modo más deshonesto, estas son unas de las posibles consecuencias cuando alguien decide pactar con el diablo. No obstante, al día siguiente, ambos volvieron a trabajar en la velada de Rosario, en un gran pito catalán, no se sabe de quién a quién.

Similar ocurre con la Tigresa –que en un dato no menor finalmente cobró la bolsa pactada en principio, sin rebajas más que el precio del dólar blue, que se retrotrajo al momento del acuerdo, sin actualizar-, quien supo gozar de las ventajas y privilegios de un sistema que la amparó, y que de pronto parece haberle soltado la mano. O mejor, fue ella quien la soltó sola, aferrándose a otra, o buscando una independencia que en este boxeo es como el desamparo.

Hoy el mismo ampara a Marcos, quien lo acepta como lo supo hacer la Tigresa, aunque ahora junto a su marido Ramón Chaparro reaccionaron contra quien creyeron inspirador de la trama, su –ahora- ex mánager Osvaldo Rivero, en clara alusión de desconfianza, que se supone hija de alguna constancia previa.

“Calavera no chilla”, dice el refrán, y quejarse a la salida habiendo gozado del camino, es tan cuestionable como el propio camino, si es que éste es cuestionable. Pero peor sería quejarse por quedar afuera, o por haberse salido involuntariamente.

De hecho, pese a romper relaciones, de haber revancha y aceptarse las condiciones que impondrá la Tigresa, ésta permitirá que vuelva a organizarla Rivero en Mendoza, porque ¿si no quién? Entonces se bancará pagar peajes, facturas y demás yerbas, que le afectará menos a ella que al boxeo y sus inocentes amantes, que sin “ojo de halcón”, ni “telebeam”, ni “fotofinish” en este deporte deben seguir confiando en la honestidad y falibilidad humana, como hace 100 años.

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