Claudia
López (58,400 Kg.) sacó a relucir su condición de
campeona mundial y en una pelea que la mostró como dominadora, superó por
puntos en fallo unánime a la paraguaya Antonina
Ayala (58,400 Kg.) en el combate central de la reunión celebrada ayer en el
gimnasio Municipal Número Uno en el
marco del Día del Petróleo.
La trelewense ganó la
totalidad de los asaltos y aunque se distanció en el manejo, la precisión y los
recursos técnicos tuvo en su rival, una medida exigente. Ayala, con menos elementos pero sí con determinación, buscó por
todos los caminos, no esquivó la lucha y sorteó con valentía, varios pasajes
comprometidos. Por si quedaba algún margen de duda, la “Chica Diez” tuvo a su cargo el cierre, conectando los mejores
impactos y proponiendo ataque, luego de haber sostenido su estrategia en base
al contragolpe.
“Ahora
me voy a ir de vacaciones con mi familia y voy a volver a entrenar rápido
porque quiero hacer en Comodoro, mi primera defensa”,
adelantó la ganadora.
López
cerró de ésta manera con balance positivo uno de sus mejores años como
profesional: por cantidad y calidad de peleas; por el título que llegó después
de tanta espera y sobre todo, porque logró darle un vuelco a su carrera que
apunta más al retiro que a la conquista de nuevas metas.
“La
paraguaya siempre da trabajo. Mostró que es guapa, que siempre atacó y que vino
a ganarme. Sumar rounds me hizo muy bien, era en parte lo que yo buscaba.
Trabajé, por momentos pude contragolpear y creo que gané por buena diferencia”,
dice López, dejando atrás la
anterior versión del duelo entre ambas en Gobernador
Costa.
Si se tiene en cuenta
que combatió con la rodilla infiltrada y que gran parte de su boxeo pasa por la
traslación y la movilidad, la trelewense sacó un bonus. Antonina Ayala, conocida pero difícil, golpeó todas las puertas
pero nunca logró poner en aprietos a la campeona. Propuso distancia corta en el
principio para perder en la contra y después, se “guardó” a la espera del
momento oportuno para golpear. Pero la mayoría de variantes de López, la puntería de sus combinaciones
y la presencia que marcó atacando siempre desde el centro del ring, hicieron
que el destino de la pelea se hiciera irreversible.
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